A la hora de determinar el costo de una traducción, el factor principal será el famoso wordcount, es decir, el número de palabras que componen el material a traducir. Por supuesto que el formato del texto o los idiomas que intervengan en el proyecto, por ejemplo, también tendrán mucho que ver con el precio final del servicio, pero claro, lo que pesará más en esta cifra será la cantidad de palabras que se deban procesar. El volumen, entonces, es el parámetro fundamental cuando se trata de medir proyectos de traducción.
Pero, ¿quién determina cuántas palabras tiene una traducción? Y ¿cómo lo hace?
En general, cuando un cliente pide una cotización a una agencia de traducción, habrá un project manager que se ocupe de calcular todas estas cuestiones. Además, estimará los recursos humanos involucrados en el proyecto, y los plazos dedicados a cada proceso, que concluirán en un determinado turnaround time, un tiempo de entrega. El método para determinar el número de palabras a traducir variará según el formato con el que se trabaje. En cualquier caso, el objetivo siempre será obtener un número preciso y lo más bajo posible, que tenga en cuenta posibles repeticiones para reducir los costos y tiempos del proyecto.
En esta primera aproximación al tema, comencemos por lo más sencillo: si se tratase de un documento .doc, por ejemplo, podríamos ver inmediatamente el número total de palabras que lo componen. Sin embargo, lo mejor sería procesarlo con una herramienta de traducción (Trados, Memsource, Wordbee…) que, mediante el uso de memorias de traducción (de haberlas), permita calcular el número exacto de palabras no match (palabras nuevas, que nunca han sido traducidas). Además, así también obtendremos (con o sin memoria previa) la cantidad de repeticiones que pueda haber en el texto. Este número puede tener un peso enorme en el wordcounttotal de algunos textos (en un estudio técnico, por ejemplo), o ciertamente marginal en otros (en una novela de misterio).