Cuando se recurre a una empresa de servicios lingüísticos podemos tener varias necesidades, pero en este caso me voy a centrar en lo que respecta a un servicio de traducción.
Las empresas que contratan por primera vez este tipo de servicio, por lo general, están un poco perdidas pues no conocen del todo bien en qué formato deben dar los documentos, cuánto tiempo llevará el trabajo, cuál es la tarifa que se maneja en la industria para el par o pares de idiomas que necesita, etc…
Por tanto, a lo largo de diferentes artículos, me gustaría recoger aquellos aspectos esenciales que un comprador de traducción debe tener en cuenta a la hora de contratar este tipo de servicio.
Indicaciones previas sobre el texto que se va a traducir
Uno de los, podemos llamarlo, “despistes” que tiene lugar con mayor frecuencia en empresas que contratan por primera vez un servicio de traducción es la falta de instrucciones sobre el documento que se quiere traducir.
¿Qué quiere decir esto? Traducir un texto, además de trasladar lo que se dice en una lengua a otra diferente, es adaptarlo también al idioma de destino y a sus normas ortotipográficas para realizar un trabajo de calidad. Ejemplificaré la idea con el par de idiomas inglés-español.
Como todos sabemos el inglés tiende a un uso reiterado e, incluso, excesivo del uso de las mayúsculas. La ortografía española es bastante concisa sobre cuándo utilizarlo y cuándo no. Por tanto, si no hay instrucciones al respecto por parte del comprador, el traductor se regirá por las normativas correspondientes; así, lo habitual es que un texto que está plagado de mayúsculas en inglés en su correspondiente traducción al español su uso se reduzca, sin temor a equivocarme, en un 90 %.
También es frecuente que el cliente quiera utilizar una terminología específica para su documento pero no cae en ello hasta que recibe la traducción y se da cuenta de que los términos utilizados no son los que ellos esperaban. Es posible que la empresa utilice siempre “equipo” para “computer” pero en la traducción que recibió quizás ponía “ordenador” o “computadora”.
Evidentemente, esto no sería un error de la traducción sino de preferencia del cliente y, como ya se habló en otro artículo de este blog, las preferencias se cobran.
Por tanto, el cliente que compra un servicio de traducción debe tener claro qué detalles o aspectos de la traducción debe explicitar antes de que se lleve a cabo el trabajo. Ya sea porque desea que quedan resaltadas ciertas palabras y, por tanto, le gustaría que se respetase el uso de las mayúsculas del original, o bien porque su empresa siempre utiliza una terminología específica para ciertos vocablos es fundamental dejar muy claro estos aspectos antes de contratar la traducción.
Es cierto que el buen vendedor le preguntará este tipo de cuestiones pero nunca está demás analizar bien qué servicio se quiere recibir para evitar sorpresas y gastos adicionales inesperados.
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