La meta de cualquier empresa actual es introducirse en el mercado no sólo nacional sino internacional. Pero, para ello, es indispensable contar con una buena estrategia de marketing y, por supuesto, una buena traducción y localización tanto del texto como de la imagen de la publicidad de su producto. Normalmente las empresas se plantean qué hacer, si optar por lo que se llama “internacionalización”, es decir, generar un mensaje publicitario que capte la atención de posibles consumidores de distintos entornos culturales tratando de ser neutrales, sin hacer alusiones a una cultura determinada, o bien, localizar el mensaje a la cultura de destino para que el posible consumidor perciba de una forma natural lo que se le trata de transmitir.
Desde mi punto de vista, y creo que lo que da más resultado, es traducir y localizar el mensaje publicitario, evitando posibles errores de interpretación o que se pierda el mensaje que se quiere hacer llegar.
A veces, me sorprende, como grandes empresas que ya abarcan el mercado internacional cometen errores de traducción o localización en sus publicidades.
Por ejemplo, la marca Suzuki sacó al mercado español un coche llamado “Pajero” que en España tiene una clara connotación negativa y, cuando se dieron cuenta de que esto no vendería nada, lo cambiaron por “Montero”, o está el ejemplo de Nissan con su “Pixo” que en castellano no significa nada pero que en catalán y gallego significa “pene”; en este caso particular parece que la empresa ha decidido no cambiarle el nombre pero no creo que muchos catalanes y gallegos quieran aparcar su “pixo”.
Lo que vengo a decir con estos ejemplos es que la traducción, adaptación y localización de textos publicitarios es una tarea esencial para introducir el producto que sea en el mercado que se pretende abordar.
Las grandes empresas internacionales tratan de globalizar sus eslogans, marcas y distintivos para que sean iguales en todo el mundo, pero en la mayoría de las ocasiones es necesario tener en cuenta el idioma, las costumbres y posibles connotaciones que pueda tener un determinado mensaje.
Por tanto, no cabe duda de que la idea más acertada sería recurrir a profesionales cualificados formados en traducción publicitaria, totalmente familiarizados con el país y la cultura de destino, para que la empresa pueda asegurarse de que el mensaje que recibirán los posibles consumidores es exactamente el mensaje que ellos quieren dar.
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