Mucho se ha dicho (y seguirá diciéndose) sobre la traducción automática. A esta altura, ya nos quedó claro que no puede reemplazar por sí sola el trabajo de un traductor humano y que es sólo una herramienta -de mayor o menor importancia, según el caso- en esta tarea que nos ocupa, que es pasar el significado de un texto de un idioma a otro.
Pero es interesante conocer las causas que motivaron la invención de una traducción automática. De acuerdo con el artículo I, Translator, los orígenes están en el comienzo de la Guerra Fría (coincidente con la invención de la computación). Los Estados Unidos decidieron que debían analizar toda la información en ruso que llegara a sus manos y, a falta de suficientes traductores, optaron por tomar al idioma ruso como un “código”, con una lista de palabras y una lista de reglas (gramática) que las conectaba. La presunción era que si alimentaban a la máquina con los léxicos de los dos idiomas y con las respectivas reglas gramaticales, la máquina iba a ser capaz de descifrar el código, es decir, de traducir.
Google Translate, en cambio, no trabaja desarmando y armando frases. Es un sistema estadístico que busca – en una cantidad inimaginable de textos en la web y a una velocidad también inimaginable – frases similares ya traducidas y ofrece la frase equivalente más probable. Lo paradójico del caso es que el sistema está alimentado por el trabajo de traductores humanos en cientos de miles de traducciones, sobre todo en organismos internacionales.
Al tratarse de un sistema estadístico, la precisión de las traducciones que “devuelve”Google Translate depende del par de idiomas que se use y de la existencia de traducciones similares. Recuerdo que el primer texto que usé para probar el funcionamiento de Google Translate (y reírme del disparate) fue la letra de “Lucy in the Sky with Diamonds”, pero me decepcionó que se tratara de una traducción totalmente aceptable. La lógica está en que es probable que las letras de los temas de The Beatles se hayan traducido muchísimas más veces que, digamos, un contrato, un nuevo website, un descubrimiento médico, una campaña de marketing o el manual de instrucciones para el más reciente teléfono inteligente.
En cualquier caso, la traducción es mucho más que una probabilidad estadística.
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