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p. m.

La abreviatura p. m. procede del latín post meridiem ‘pasado el mediodía’ y se utiliza en el sistema de 12 horas para especificar a qué parte del día nos estamos refiriendo:
(1) Se espera la llegada de las autoridades a las 10:30 p. m.
Solo tiene sentido utilizar esta abreviatura en el sistema de 12 horas. En el de 24 ya queda claramente indicado el momento del día al que nos referimos, por lo que el uso de las abreviaturas a. m. o p. m. sería redundante:
(2) Se espera la llegada de las autoridades a las 22:30.
Es importante escribir el punto detrás de cada una de las letras de la abreviatura y mantener el espacio de separación entre ellas. No hay necesidad de emplear la cursiva.
Solamente se emplea esta abreviatura con horarios más o menos oficiales y exactos. En el habla coloquial y en la expresión aproximada de las horas lo que se debe decir es de la tarde.
También hay una abreviatura, m., para el momento exacto del mediodía, pero de esa nos ocuparemos en otro artículo.
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A los traductores a veces se les encarga realizar traducciones muy específicas focalizadas en un tema muy técnico que son de suma importancia para el cliente. En este caso, hay que tener en cuenta de que el cliente está poniendo en nuestras manos algo que puede resultar crucial para su empresa o para su vida personal. A veces, recibimos manuales de máquinas para fábricas o certificados legales de ciertos papeles o documentos personales. En este tipo de documentos, no solo es clave la concentración del traductor sino que también se debe tener cuidado al elegir los materiales de consulta y referencia que se van a utilizar.
En el caso de un manual, por ejemplo, no siempre el traductor va a saber de qué se está hablando ni tampoco estará al tanto de la denominación de ciertas partes o elementos que se utilizan en determinada industria.
En estos casos, los traductores cuentan con la opción de acudir a sitios de internet especializados (pueden consultar en el sitio web de la empresa misma o empresas que presten el mismo servicio) y plasmar su plena confianza en diccionarios o glosarios técnicos oficiales y aprobados por profesionales especializados en el área. Caso contrario, la traducción que entregamos al cliente podría causar estragos si sale al mercado con el vocabulario equivocado.
Es muy difícil para el traductor darse cuenta de qué se está hablando cuando lo que está traduciendo se basa en un tema con el cual no está familiarizado. Es por eso que es necesario, antes de comenzar con su trabajo, tomarse un tiempo para empaparse en el tema, leer, mirar videos, buscar glosarios y comunicarse con otros colegas que puedan brindarle más información al respecto.
También puede resultar muy útil pedirle al cliente todo el material de referencia que tengan al alcance para, de esta manera, darnos una idea de cómo utilizar ciertas estructuras o palabras en el documento que estamos creando. Muchas veces, cuando hablamos de manuales técnicos, las fotografías también pueden ser de gran ayuda.
En general, se pueden encontrar varias traducciones posibles para un mismo término y se hace difícil darse cuenta de cuál es la  correcta.  Las diferencias, por ejemplo, pueden variar en la formalidad de la palabra, el estilo, el área de estudio para la cual se utiliza ese término específico, etcétera. En ese momento, la mejor opción sería consultar en un o con una base terminológica especializada para obtener información acerca de cuál es el término adecuado que se aplica a nuestra traducción técnica.
De esta manera, nos aseguramos de que el cliente reciba una traducción perfectamente plasmada en el idioma meta y evitamos quejas y cambios en el futuro. Como consejo, antes de empezar un proyecto, hay que tratar de recopilar la mayor cantidad de material de referencia que el cliente nos pueda brindar, asegurando la mejor calidad de traducción.