La frecuencia y naturalidad con que conviven las lenguas en internet nos exige habitualmente, aunque no seamos traductores profesionales, operaciones de traducción. Así pues conviene recordar los conceptos básicos de esta práctica. La lengua de la que partimos se suele llamar lengua fuente; la lengua a la que traducimos, lengua meta. Lo ideal es que la lengua meta sea la lengua materna del traductor (traducción directa); la traducción desde nuestra lengua materna a otra se denomina traducción inversa. El término traducciónse reserva para los textos escritos, mientras que la traducción de textos orales se denomina interpretación.
Algunos consejos a la hora de traducir podrían ser:
- Ser fieles al original. El traductor no debe decir nada que no esté en el texto original ni omitir algo que aparezca en él.
- Construir un texto (frase u oración) que respete las normas y tendencias sintácticas y morfológicas de la lengua meta (lo que implica un buen conocimiento de ellas). Por ejemplo, es habitual que quienes traducen del inglés incluyan muchas más oraciones en voz pasiva de las que habitualmente emplea el español. Algunas son sencillamente incorrectas (las que se forman con verbos intransitivos en español); otras, poco naturales en nuestra lengua, que tiende a la voz activa tanto como el inglés a la pasiva.
- Cuidado con los falsos amigos: si en el suplemento de salud de una publicación digital inglesa, francesa o italiana encuentro las formasconstipated (ing.), constipé (fr.) o costipato (it.), tenderé, sin recurrir al diccionario, a pensar que se trata de equivalentes de constipado (esp.). Comprueba, por favor, las correspondencias, y no des por hecho lo que parece evidente.
- Atención a los extranjerismos: si en la lengua meta existe ya el equivalente al término de la lengua fuente y su uso está asentado, empléalo (es preferible resumen a abstract; copia de seguridad a back up).
- No te obsesiones con los significados literales de las palabras.Normalmente, para decir lo mismo, las lenguas se refieren a la realidad de modo diferente. Hay que trasladar siempre el sentido de las expresiones. Esto se ve muy bien, por ejemplo, con ciertas frases hechas o refranes: la mejor traducción de It´s raining cats and dogs es Llueve a cántaros. El loro o la cotorra con que designamos en español a una persona excesivamente locuaz (hablar como un loro/una cotorra) se transforma en catarata en alemán: wie ein Wasserfall reden (literalmente,como una catarata hablar). Otras veces la diferencia es de matiz: el mentiroso y el cojo del refrán español Antes se coge a un mentiroso que a un cojo se convierten en alemán e italiano en mentira y piernas cortas, respectivamente: al. Lügen haben kurze Beine (literalmente, mentiras tienen cortas piernas); it. Le bugie hanno le gambe corte (literalmente, las mentiras tienen las patas cortas).
- Cuidado con los traductores automáticos. En internet hay muchos y su uso es sencillo e intuitivo. Quizá podrían servirnos para una primera aproximación, pero nunca debemos fiar la traducción de una expresión a un traductor automático. He aquí como traducen al español dos traductores automáticos el siguiente titular de una información médica:
Genetic sequencing could help match patients with biomarker-driven cancer trials, treatments
- Resultado 1: «La secuencia genética podría ayudar a aparear los pacientes con los análisis y tratamientos de cáncer sobre la base de biomarcadores».
- Resultado 2: «La secuenciación genética podría ayudar a los pacientes coinciden con los ensayos de biomarcadores impulsada por el cáncer, los tratamientos».
Como se puede apreciar, mientras que el primer traductor comete un error léxico evidente (¿aparear los pacientes?), el segundo construye una secuencia de palabras imposible en español.
- Resultado 3: la propuesta «humana» sería «La secuenciación genética podría ayudar a asociar a los pacientes con ensayos o tratamientos contra el cáncer basados en biomarcadores».
Concluimos con esta máxima del profesor Valentín García Yebra, que sintetiza así la labor del buen traductor:
La regla de oro para toda traducción es, a mi juicio, decir todo lo que dice el original, no decir nada que el original no diga, y decirlo todo con la corrección y naturalidad que permita la lengua a la que se traduce.
REFERENCIAS
Valentín García Yebra, Teoría y práctica de la traducción, 3ª ed. revisada, vol. I, Madrid, Gredos, 1997, p. 45.
Utilizo el traductor automático, pero no siempre da los resultados deseados. Gracias por sus consejos.