Como regla general, los nombres de platos, recetas y bebidas combinadas se escriben con minúsculas por ser nombres comunes: natillas, ensaladilla rusa, arroz tres delicias, tacos, pisco sauer, horchata, leche merengada, gin tonic, piña colada, etc.
Las complicaciones vienen cuando un nombre propio interviene en la denominación de un plato o un combinado. Aquí se nos pueden presentar dos posibilidades. La primera es que el nombre propio aparezca como parte de la denominación. Mantiene en ese caso, lógicamente, la mayúscula que le corresponde por sí mismo: canelones Rossini, langosta a la Pompadour, tarta Tatin, rosquillas de santa Clara, ensalada César, agua de Valencia.
La segunda posibilidad es que el nombre propio en sí se haya convertido en el nombre de la comida o bebida en cuestión. Se transforma entonces en un nombre común que, como todos, se escribe con minúsculas:
(1) Me he comido un sanjacobo
(2) En esta pastelería hacen unos piononos muy ricos
(3) Me han enseñado a hacer un cóctel que se llama negroni
(4) El lumumba lleva batido de chocolate y brandi
(5) El san francisco es un cóctel sin alcohol
Como se puede ver (1, 2), es frecuente que se produzca la fusión gráfica de expresiones originariamente formadas por dos o más elementos, aunque esto no siempre tiene por qué ser así (5).
El proceso por el que un nombre propio se convierte en común es lo que técnicamente se conoce como deonimización.
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